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Woody Allen posee esa magia para contarnos un thriller y a la vez hacernos reír. Nos reímos de la tragedia, pero en especial de la muerte, una situación que no quisiéramos vivir,  pero con la que el ser humano siempre está jugando a través del azar disfrazado de suerte.

Hombre irracional (2015), es la cinta del director estadounidense que aborda la historia de Abe Lucas (Joaquin Phoenix), un maestro de filosofía que está inmerso en una crisis existencial. Sin embargo, establecerá una relación con Jill Pollard (Emma Stone), una estudiante destacada con quien encontrará una razón para vivir, pero deseando la muerte de alguien más.

Esta película no es una historia de amor convencional, sino una exploración sobre el pensamiento filosófico. No es el príncipe azul que llega a rescatar a la princesa o a la inversa; encontramos a un profesor atormentado por una vida llena de pérdidas y con un fuerte deseo suicida, así como una chica con una atracción incontrolable por su maestro desde antes sin conocerlo.

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Más que una historia de amor, Hombre irracional es una película de exploración filosófica. Foto: Especial

Además de la muerte, vista desde diferentes puntos de vista a partir de la evolución emocional de Abe, la filosofía juega un papel importante. Kant, Kierkegaard y Sartre son algunos de los autores recordados en la cinta, la mayoría de ellos existencialistas. Sin embargo, pese al pesimismo y los actos se busca interponer a la moral, excluyente hasta de la más pequeña mentira.

En los dos protagonistas vemos una evolución emocional, aunque en el caso de Jill vemos cómo parte de un estado muy ligado a sus sentimientos hacia un pensamiento más moral, encaminado hacia lo correcto, mientras en Abe es una senda que va desde el existencialismo y  más apegado a la filosofía kantiana, mientras en Abe hay un recorrido de un pensamiento muy analítico, tendiente a lo depresivo y la insignificancia de la vida, a un goce por los placeres de la vida, llevándolo a un campo meramente sensorial e impulsivo.

Esta película muestra cómo el conocimiento filosófico puede llevar a caminos que, en vez del enriquecimiento en el sentido humanístico del ser humano, bifurcan con la locura. Al final, aunque la decisión de Abe puede ser correcta a través de su discurso lógico sobre la erradicación de un mal, aunque sea mínimo, también lo es el de Jill y lo ética y moralmente correcto.

Esta es una película que puede verse con un fin de relajación, aunque comprender los pensamientos filosóficos y cómo es que pasan de un campo meramente teórico a uno práctico, debiere hacerse con tiempo, dedicación y pasión.

En Hombre irracional, Woody Allen nos da una perfecta lección de filosofía, y que ésta no es exclusiva de la élite social, sino es un conocimiento al alcance de cualquier ser humano.

Por: Néstor Ramírez Vega

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