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Por Néstor Ramírez Vega
@NestorRV

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José Luis Martínez, David Olguín y Héctor Orestes honraron a Vicente Leñero a un año de su muerte. Foto: Néstor Ramírez

Como un hombre generoso y un escritor que exploró todos los géneros literarios, amigos recordaron a Vicente Leñero a un año de su fallecimiento. El escritor José Luis Martínez y el director de teatro David Olguín, moderados por Héctor Orestes Aguilar, recordaron la vida polifacética del autor de Los Albañiles.

Olguín recordó que Leñero fue un hombre de teatro pleno con ideas muy radicales respecto a lo que debía ser la escena mexicana.

El homenaje comenzó con un video donde el crítico de arte Fernando de Ita hizo un perfil del honrado, pero ninguno de los ponentes estuvo de acuerdo pues “el retrato que hizo Fernando de Ita no lo es exacto ni para la narrativa ni mucho menos para el teatro”, pues a Leñero se le montó de manera consistente y era un apasionado por los montajes.

Olguín contó que la dramaturgia de Vicente Leñero tuvo tres periódos en su obra: uno documental, enfocado a la creación  de conciencias y discusión política, con profunda comunicación con el periodismo y su actualidad; uno donde marca la diferencia con la generación de los 50 por su cercanía a una vertiente de la dramaturgia norteamericana más emparentada con Arthur Miller, así como la disección de mecanismos detrás de problemas sociales; y finalmente cuando escribe La Noche de Hernán Cortés (1992), obra cumbre que corresponde al final de su carrera dramatúrgica.

Aunque Leñero sintió un sentimiento al de Ibargüengoitia, traición por la escena mexicana, cuando ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua (AML), el autor de La Mudanza dedicó su discurso al teatro. “Siendo ya considerado uno de los grandes hombres de letras del México contemporáneo, dedicara el texto de ingreso a la Academia a la dramaturgia. Me resultó profundamente conmovedor, me pareció un acto extraordinario de parte de Vicente para con el teatro. En un momento en el que él ya había renunciado al teatro y termina su texto defendiendo al teatro”, comentó Olguín.

José Luis Martínez recordó que el ingreso de Leñero a la AML sería en la sala donde estaban, la Manuel M. Ponce, pero tanta fue la devoción de la gente hacia el escritor que la ceremonia tuvo que hacerse en el lobby del Palacio de Bellas Artes. Sugirió que para Leñero no había ningún género menor, “es decir, no rehuía a escribir de espectáculos, como tampoco de política”.

“Creo que Vicente Leñero conectaba muy bien con el público, con los lectores, los espectadores, él, de acuerdo con Carlos Marín, quien fue su amigo muchos años, siempre estaba reporteando y apuntando todo. Era muy detallista, muy observador”, detalló Martínez. Agregó que “hechos que les pasaban inadvertidos a los demás, Vicente Leñero, en su trabajo, nos lo hacía evidente. Creo que esa es una de las grandes cualidades de Leñero, no hacerle ascos a nada, entrarle a la realidad, a todos los asuntos con la misma pasión y con el mismo entusiasmo”.

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