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“¡Este va directo al Azteca!”, gritan casi al unísono dos oficiales que a duras penas logran contener a la marabunta que llena la estación Taxqueña del Tren Ligero. Acto seguido los dos vagones se llenan a más no poder.

De esta forma, la afluencia que queda es mucho menor y el trayecto que se haría normalmente en 25 minutos, se concluye en 15.

Desde el puente que conecta el Tren Ligero y al Coloso de Santa Úrsula puestos de derecha a izquierda, y hasta en medio, de mercancía no oficial de McCartney ya ofrecen gorras, sudaderas, playeras, plumas, vasos y hasta pósters del One on One Tour.

La puntualidad inglesa no se presenta… pero las olas mexicanas sí, producto de la inesperada inexactitud de Paul, o su equipo.

Pero todo parece que pasa a segundo plano cuando un cuarto del cuarteto de Liverpool abre su show con “A Hard Day’s Night”

De esta forma el Azteca estalla en gritos, chiflidos y aplausos de casi 50 mil fanáticos nacionales y extranjeros.

McCartney homenajea a Jimmy Hendrix y hasta al productor que lo vio nacer junto a Harrison, Lennon y Starr, George Martin. Acto seguido expresa: “México… tonight we are gonna have a… fiesta!”, y eso basta para animar a un público que aplaude cada una de las palabras que spanglishea Sir Paul.

Una casa campestre sirve para hacer relucir el lado más teto de The Beatles, por estar tan cercanos al country y taaan alejados del blues, género de donde surgen rockeros de cepa como The Rolling Stones.

Que a penas alcanza a rescatar con “Love Me Do” y la deliciosa cadencia de “And I Love Her”, desde luego, porque incluye grandiosos elementos blueseros.

“Escribí esta canción para mi carnal… John”, cuenta Paul en el mejor español que puede, lo cual logra gracias a notas que tiene cerca de él y que trata de no leer y lo hace de reojo.

Cabellos totalmente canos pero con piernas que van y vienen como si de chiquillos se tratara, pueden ser vistos a lo largo y ancho de este campo futbolero por excelencia.

“Ob-La-Di, Ob-La-Da” y “Being for the Benefit of Mr. Kite!” marcan uno de los puntos más bailables de esta velada azteca, por lo mismo, pasos de rock and roll pueden ser vistos en distintas zonas del estadio.

Cuando suenan melodías como “Hey Jude”, “Give Peace A Chance” e “Imagine”, la nostalgia es palpable, y hasta el público que estaba en el baño regresa al espectáculo como si su vida dependiera de ello.

“Live And Let Die” brinda uno de los momentos más espectaculares del concierto, puesto que en sus puntos climáticos fuegos artificiales salen disparados desde la parte superior del escenario donde está McCartney, y estallan en los límites del Coloso de Santa Úrsula iluminando de color carmesí, por breves segundos, a todos los presentes.

“Yesterday”, “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” y “Helter Skelter” demuestran que aquí la edad es lo de menos, y todas la generaciones posibles conviven y cantan al unísono estos temas como su fueran himnos.

Paul se despide del Estadio Azteca ondeando nuestra enseña nacional y entonando, como en varios momentos previos, esa frase que refleja a un país que aunque está al borde del colapso, de una u otra forma, siempre sigue avante: #FuerzaMéxico.

Por: Ángel Caballero (@AngelReject)
Fotos: Cortesía Ocesa

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