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Por Estefany Enciso
@EstefanyEnciso

Foto: Cuarto Oscuro

El multihomicidio ocurrido en la colonia Narvarte del Distrito Federal, parece una historia que día con día va revelando un capítulo más de una serie criminal de televisión. Cinco personas asesinadas, con evidentes signos de tortura y con el tiro de gracia aparecieron el pasado viernes 31 de julio en un departamento de la capital de país, las identidades de cada uno de ellos van y vienen en redes sociales y medios de comunicación.

Sin embargo, sabemos oficialmente que entre las víctimas se encuentra el fotoperiodista de Proceso y Cuarto Oscuro, Rubén Espinosa, autoexiliado de Veracruz por amenazas de muerte debido a su labor periodística; la antropóloga y activista Nadia Vera, quien en un video difundido por Rompeviento hace poco menos de un año, responsabilizó al gobierno veracruzano, encabezado por Javier Duarte, de cualquier acto que atentara en contra de su seguridad. Pero… ¿Quiénes son el resto de las personas?

Sin duda, una de las mujeres asesinadas ha recobrado gran protagonismo. Mile Virginia Martin de origen colombiano,  fue identificada y reconocida ayer por el Consulado de Colombia en la Ciudad de México gracias a las muestras dactilares que proporcionó la Procuraduría capitalina. La colombiana, nombrada así cerca de siete días por autoridades y medios de comunicación, aún sin ser plenamente identificada por el país sudamericano, parece ser pieza clave para resolver este crimen, o así lo quiere ver la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.

El Procurador capitalino, Rodolfo Ríos Garza, co-protagonista junto con su dependencia de seguridad y medios de comunicación en esta serie televisiva, ha lanzado a diestra y siniestra un sin fin de declaraciones y “pruebas” periciales para esclarecer el caso. Entre estas, que la colombiana conocía a los homicidas, que ella los llevó al departamento, que llegaron a las nueve de la mañana por lo que tardaron seis horas en cometer el crimen, que siempre no: llegaron cerca de las dos de la tarde y tardaron una hora en asesinar a las cinco personas, que el auto de lujo en el que escapó uno (a) de los homicidas pertenecía a ella, pues a estas alturas de las “investigaciones”, contando con video de una cámara de seguridad, no se puede establecer si la persona que huyó en el Mustang rojo tenía o no zapatos de tacón.

No en vano organizaciones defensoras de los derechos humanos como el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, Artículo 19, Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos, entre otros, exigieron a la PGJ-DF ajustar la investigación a los estándares mínimos de derechos humanos para la protección de los víctimas ya que “la filtración de información incumple con las obligaciones estatales de garantizar el acceso a la justicia… propiciando un inadecuado manejo de la información, desacreditando, discriminando y estigmatizando a las víctimas por su nacionalidad, sexo, ocupación o hábitos”.

En este sentido, podemos reconocer que existen incidencias de colombianos que cometen delitos en nuestro país, así como de otras nacionalidades, pero ¿acaso la mejor línea de investigación de la PGJ-DF se rige por una tendencia xenofóbica? O quizá podría ser moralista, por la incesante aclaración de que al menos cuatro de estas personas permanecieron en una reunión o fiesta desde el día anterior y durante la madrugada del mismo viernes, ¿o sólo es información que revelan las autoridades para que la opinión pública crea por un momento la historia que van armando y que ellos mismos tiran con las declaraciones del capítulo siguiente?

Rubén Espinosa, Nadia Vera y Mile Virginia Martin, principales personajes de esta historia, los primeros como víctimas ignoradas y la última, señalada impunemente y con palabras suaves por autoridades como pieza clave, no para esclarecer, sino para presentar presuntos culpables del multihomicidio de la Narvarte; junto con Yesenia Quiroz, quien también vivía en el departamento, y la empleada doméstica Alejandra Negrete, estás dos últimas vagamente mencionadas; así como los familiares de cada uno de ellos, merecen un eficiente acceso a la justicia y no agregarse a la gran lista de crímenes que quedan en la impunidad y en la historia de este país.

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