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Por Néstor Ramírez
Fotografía: Fundación UNAM

No confundamos, hoy no fue un día soleado. El periodista Jacobo Zabludovsky falleció a medianoche en la oscuridad de la ciudad que lo definió.

Un periodista que estuvo muchas veces en el ojo del huracán y siempre será recordado por la frase “Hoy fue un día soleado”, la cual dijo tras “la noche de Tlatelolco”.

La mayoría de las personas recuerda a ese Jacobo, quien estuvo al frente del noticiero 24 horas de Televisa y era amigo de Emilio Azcárraga Milmo, el soldado del PRI. Jacobo, quien entrevistó a personajes históricos como Salvador Dalí y a Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como el Che Guevara; el que marcaba la agenda del día y fue maestro del que hoy ocupa su lugar, Joaquín López Dóriga.

Sobre esto último, en una entrevista al periodista Fernando Figueroa dijo que “a un conductor de televisión lo sustituyes en cinco minutos; al de la radio, no. En televisión, lo importante es la imagen; en la radio, la voz del periodista lo hace todo”.

Sin embargo, ese no sólo fue Jacobo Zabludovsky, sino también el joven que creció en el barrio de la Merced y quien a Figueroa respondió que envidiaba “a quien domina bien nuestro idioma y es capaz de escribirlo con propiedad y elegancia, pero envidio más a quien habla otros idiomas y no depende de un traductor, como yo”.

Su estancia en Radio Red y su columna Bucareli publicada en sus últimos años en El Universal también son parte de Zabludovsky que poco volteamos a ver; espacios donde manifestaba su pasión por la fiesta brava y la ciudad de México, urbe de la cual fue cronista; el amor por los libros, entre los que estaban los de Guillermo Prieto, Cervantes, Salvador Novo y Dostoievski.

Siempre siguió su rutina de periodista, despertando a las cinco de la mañana para comenzar a informarse. “Si te retiras, empiezas a morir”, aseguró en una entrevista. Hoy la muerte detuvo esa rutina de trabajo, pero Zabludovsky siempre llevó a cabo su pasión.

Hoy no dará la 1 de la tarde en el reloj de Catedral.

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