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Escritores contemporáneos como Kenzaburō Ōe y Haruki Murakami han aplaudido su pluma y sus personajes, señalándolo como “el maestro de la literatura japonesa”. Natsume Sōseki crea a través de sus obras mundos que dejan al desnudo el ser humano y la fragilidad de su espíritu y su mente.

El Minerio (1908) es muestra de ello al marcar el período de madurez del escritor. En ella se aprecia tanto pinceladas del naturalismo de la época, pero especialmente una propuesta estética que penetra en su personaje y los cambios psicológicos que va tenido él y su ego.

La novela escrita en primera persona narra la historia de un joven de Tokyo que huye luego de estar enredado en un conflicto entre dos mujeres. Deja atrás su acomodada vida, su familia y también su pueblo para llegar a acabar con su vida de una manera heroica. Sin embargo, en el camino conoce a una persona que le ofrece un trabajo como minero, el cual aceptará el muchacho.

Portada de “El Minero”. Foto: impedimenta.es

Editado en español por el sello Impedimenta, la obra es engañosa desde el inicio, pues el protagonista se vuelve un tipo de minero y llega a verlos, mas no es el principal objetivo de esta novela. El libro no hace una denuncia de la situación que vive este sector social, sí hace un retrato de lo que viven, pero no es el objetivo de esta obra.

El Minero es un libro que rompe las piedras del pensamiento y dinamita la cosmovisión a partir de un viaje introspectivo en el cual el protagonista hará una catarsis sobre sí mismo, sobre sus decisiones y la valoración de sus actitudes. Sōseki nos presenta un personaje que en un principio podría parecer sencillo e inexperto en la vida, aunque se irá desarrollando y revelará su egocentrismo y su alto nivel de orgullo, mismo que se doblegará cuando esté en la entrepuerta de la muerte ansiada.

Michiyo Kawano apunta en el postfacio de la novela que el escritor recibió un día a un joven que le pidió dinero para contarle su historia. Sōseki le dio unas monedas para que se fuera, pero la persona volvió más tarde y confesó lo que le sucedió. Eso sirvió de punto base para escribir El Minero.

De acuerdo con esta información, al escritor no le gustaba ahondar en detalles íntimos y esa es la razón por la cual se desconoce con exactitud el problema del protagonista con las otras mujeres. Lo más importante en este libro es la forma en que el autor penetra y desarrolla la personalidad del joven tokiota, aunque al final deja al lector con una duda sobre quién es el “yo” y la mezcla de lo ficticio y realidad: “Todo lo que he contado aquí, de la primera a la última palabra, es real, por lo que este libro jamás debería considerarse una novela”.

El Minero es una obra que nos invita a mirarnos a nosotros mismos a partir de un “yo” que no es real (no al menos en su totalidad) y que nos hace voltear a ver quiénes somos y las comodidades en las que estamos, así como el carácter bestial al que puede llegar el ser humano cuando ha perdido las ganas de vivir.

Por: Humberto de la Vega
(@RevistaExt)

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